Es una forma de tratamiento dirigido a la recuperación del bienestar y de la salud
mediante la ingesta de la energía de ciertas flores. Es apropiada a toda edad y
para resolver, aliviar, o complementar el tratamiento médico, en un gran universo
de afecciones, tanto emocionales -pena profunda, ansiedad, angustia, frustración-
como físicas -cuerpo y mente- e incluso espirituales como pérdida del sentido de
vida, profunda decepción con la existencia, pérdida de la fe y disminución
importante de la energía vital.
Que la energía de las flores era capaz de ayudar de forma tan importante al ser
humano, lo descubrió el médico galés Edward Bach (nacimiento: 24 de septiembre
de 1886, Moseley, Birmingham, Reino Unido. Fallecimiento: 27 de noviembre de
1936, Brightwell-cum-Sotwell, Reino Unido), después de tener una crisis
profesional, una enfermedad severa y sentir un irrefrenable impulso que lo llevó a
buscar en la naturaleza una solución a los males de la humanidad. Así, luego de
arduas investigaciones, estudios y de beber con avidez del conocimiento de
muchos de quienes lo habían precedido en esa inquietud, legó al mundo su
Sistema Floral, compuesto de 38 energías sanadoras contenidas en un medio
líquido, 36 energías de distintas flores, algunas de las cuales crecían en su
entorno y otras que se hizo enviar de otros lugares, una energía de agua de
manantial y un conjunto de 5 energías florales reunidas en un solo frasco que él
denominó Rescue Remedy y que destinó a los casos de emergencia.
Cómo se almacena la energía de esas flores y esa agua de manantial
Edward Bach utilizó dos métodos para separar la frecuencia vibratoria singular de
cada flor: el método de solarización y el de ebullición. En el primero, luego de
cortar algunas flores específicas las depositaba en un cuenco de vidrio sobre agua
de manantial y allí las dejaba recibiendo los rayos del sol por algunas horas. De
esta manera, los fotones del sol atravesaban la flor y el agua grababa la
información de la frecuencia energética floral. A este primer paso seguían otros,
destinados a envasar esa agua que contenía la importante información energética
y utilizar para ello ciertas proporciones de brandy.
Hoy se han encontrado otros métodos que son descritos en la obra de los
investigadores que siguieron los pasos del Dr. Bach. Sin embargo, en el Centro
Bach de Mount Vernon se continúa trabajando como lo hizo Bach hace casi 100
años.
De esa agua con información específica grabada se separa una porción que va a
difundirse en brandy para conformar los frascos – llamados frascos de stock- que
las y los terapeutas florales utilizamos para preparar las fórmulas personalizadas
de nuestros consultantes.
Las causas del malestar o de la pérdida de la salud en el tiempo en que vivió el Dr.
Bach no eran las mismas que hoy en día, cuando se viven tiempos tan complejos
– calentamiento global con desastrosas consecuencias; guerras que amenazan
con hacer desaparecer a gran parte de la humanidad en breve tiempo; pandemias;
modos de vida que conllevan altas cuotas de estrés, ansiedad, angustia,
incertidumbre- lo cual, por cierto, ha exigido un cambio de perspectiva en el
abordaje del malestar y de la enfermedad, que obliga a profundizar en los planos
profundos del organismo humano para encontrar el verdadero origen de sus
males.
Surge así, en esta última década, la llamada Terapia Floral Clínica, que exige a la
y al terapeuta floral ser capaz de hacer un diagnóstico floral y enseguida formular
un adecuado tratamiento floral. Evidentemente, esta exigencia profesional y ética
hace necesaria una formación rigurosa de la persona que va a dedicarse a
acompañar y ayudar a otros a recuperar su bienestar.